Homenaje de una ciudad revolucionaria para un argentino revolucionario en el mundo
Desde esta tierra histórica, donde se tuvo la valentía y el coraje emancipador, cuna de la independencia argentina, donde un día se alzaron las voces decididas que rompieron las cadenas del dominio extranjero, hoy nos reunimos en este Honorable Concejo Deliberante para despedir con todos los honores a un hombre cuya voz también resonó fuerte en el mundo entero: Su Santidad, el Papa Francisco.
Desde Tucumán, tierra de decisión y compromiso, rendimos homenaje a quien supo ser faro espiritual, guía de esperanza, defensor de los más humildes y promotor incansable de la paz. Su pontificado nos deja un legado invaluable de humildad, diálogo y unidad: valores profundamente necesarios en los tiempos que atravesamos.Así como Tucumán fue símbolo de revolución y libertad, Francisco fue un revolucionario de la fe. El primer Papa latinoamericano, el primero en llamarse Francisco, en honor al santo de los pobres. El primero en rechazar la residencia papal tradicional para vivir con humildad en la Casa Santa Marta. Su ejemplo trascendió los muros del Vaticano.
Durante su pontificado impulsó reformas profundas y necesarias. Reestructuró la Curia Romana con criterios de transparencia y eficiencia. Enfrentó con firmeza los abusos cometidos dentro de la Iglesia, abriendo una nueva etapa de reparación y compromiso con las víctimas. Reformó el Instituto para las Obras de Religión, conocido como el Banco Vaticano, combatiendo irregularidades históricas y promoviendo una administración ética y clara.
Fue incansable promotor del diálogo interreligioso y la fraternidad entre los pueblos. Visitó tierras donde otros no habían llegado, llevando un mensaje de paz y reconciliación. Publicó encíclicas sobre el cuidado de la casa común, la fraternidad, superar divisiones, fomentar el diálogo, el respeto y la solidaridad entre los pueblos, culturas y religiones.
Elevó la voz por los migrantes, los descartados, los que sufren el hambre y la guerra. Estuvo siempre del lado de los últimos. Y con su vida austera, con su cercanía sincera, con su palabra firme pero compasiva, Francisco supo ganarse el respeto del mundo entero.
Hoy, desde este recinto donde se toman decisiones por el bien común, con profundo respeto y dolor, elevamos nuestras plegarias y agradecimientos. Que su legado nos inspire a trabajar, desde cada lugar que ocupamos, por una sociedad más humana, más justa y unida.
Fue un verdadero ejemplo por la justicia Social.
CARLOS ALE.-
