Juan Fernando Suárez, «El Niño del Terror»
Lideró una pandilla en Quito, Ecuador, y cometió en total 23 asesinatos con su pistola calibre 9 milímetros. Empezó a matar a los 15 años
Juan Fernando Hermosa Suárez, conocido como «el Niño del Terror», mató a 23 personas, entre ellas taxistas y homosexuales, y se convirtió así en el asesino serial más joven en la historia criminal de Ecuador.
Nacido el 28 de febrero de 1976 en el Cantón Shushufindi, Provincia de Sucumbíos, Hermosa Suárez fue adoptado por Rafael Olivo Hermosa Fonseca y Zoila Amada Suárez Mejía, quienes lo llevaron a vivir en un populoso barrio al norte de Quito.
El padre tenía propiedades y solía viajar varias veces al año, por lo que quedaba al cuidado de su madre que sufría sordera y artritis, por lo que más bien era al revés y finalmente el niño cuidaba de su madre.
Ya con 15 años se convirtió en el líder de una pandilla integrada por unos diez jóvenes de su edad y todos ellos solían ir a los comercios de videojuegos en el centro de Quito, pero también acudían a bares y discotecas de la zona.
Justamente, el 22 de noviembre de 1991, al salir de un boliche bailable tomaron un taxi y en el trayecto Hermosa Suárez sacó una pistola calibre 9 milímetros y le disparó en la cabeza al conductor, quien murió al instante.
Uno de sus amigos condujo el vehículo y arrojaron el cadáver en un camino estrecho, donde fue encontrado al día siguiente por la policía.
Una semana después el precoz homicida se dirigió junto a su pandilla a una peluquería en la que solía cortarse el cabello y que era atendida por una travesti conocida como Charlie, quien los invitó a seguir bebiendo en su casa.
En la vivienda se produjo una discusión que terminó con la travesti asesinada por parte de este homicida de cinco disparos, cuando intentó pedir ayuda.
En cuatro meses Hermosa Suárez sumó 23 crímenes: ocho taxistas, once homosexuales, un chofer de camioneta y su ayudante, y otros dos más, por lo que fue conocido como «el Niño del terror».
Todas esas personas fueron asesinadas a balazos con la pistola calibre 9 milímetros y siempre se produjeron durante los fines de semana. Esto generó terror entre taxistas y homosexuales que estaban o se dirigían al norte de Quito.
El mayor Fausto Terán Bustillos encabezó un escuadrón conformado por el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) de la Policía Nacional de Ecuador y se encargó de investigar los asesinatos.
Esa fuerza de seguridad detuvo en el centro de Quito a un grupo de delincuentes adolescentes que intentaron robar en el lugar y con la información obtenida de esos ladrones se logró conseguir la identidad de quien estaba detrás de los asesinatos.
Fue así que el 9 de enero de 1992, ubicaron donde vivía Hermosa Suárez y armaron un operativo iniciado el 16 de enero a las 3:00 de la mañana.
Los policías se ubicaron en los exteriores de la casa del presunto asesino e ingresaron por medio de un ventiluz que consideraban que daba a la habitación del sospechoso, el cual se encontraba durmiendo en la habitación de su madre.
La equivocación de los efectivos alertó al criminal, quien empezó a disparar contra los uniformados, por lo cual se produjo un tiroteo.
El precoz homicida arrojó una granada al grupo de policías que se encontraban en la calle, provocando una explosión que terminó por tumbar la pared del domicilio encima de dos de los efectivos.
La madre de Hermosa Suárez murió durante el enfrentamiento tras ser alcanzada por 11 disparos, mientras que el asesino fue detenido luego de 15 minutos, sin recibir ni un rasguño, mientras intentaba escapar por la ventana posterior.
Alrededor de 15 agentes trasladaron al homicida al penal García Moreno esa misma mañana, donde se sorprendieron al comprobar que se trataba de un menor de edad.
«Quiero dejar en claro que mi nombre es Juan Fernando Hermosa Suárez y que el 28 de febrero cumplo 16 años», dijo el apresado, quien aseguró no haber tenido la intención de matar, ya que comentó que le pedía a las víctimas que estén quietas, que no les pasaría nada, pero al no hacer caso terminaba con sus vidas», relató el detenido.
Asimismo, confesó que en una ocasión fue amenazado con un revólver calibre 22, y en otra ocasión un taxista intentó agredirlo con una llave de ruedas, por lo que tuvo que asesinarlos con su arma.
Fue condenado a cuatro años de prisión, la pena máxima que la ley de Ecuador permitía a un menor de edad, y fue derivado al centro de rehabilitación de menores Virgilio Guerrero.
En sus primeros 16 meses de prisión logró convertirse en un líder y logró que su novia Yadira ingresara una pistola con la que asesinó con cinco disparos a un policía que intentó detenerlo cuando intentaba fugarse junto a diez jóvenes en 1993.
Hermosa Suárez escapó a Bogotá, Colombia, donde empezó a vivir de la venta de joyas robadas, pero en ese país también lo buscaban, por lo que no podías seguir delinquiendo tan fácilmente como lo hacía en Ecuador.
Al poco tiempo fue hallado y, cansado de pasar hambre, se entregó, pero fue liberado después de cumplir su condena en 1996. Luego de su liberación, se fue a vivir junto a su padre en Nueva Loja, Sucumbíos.
El 28 de febrero de 1996, justo cuando cumplía 20 años fue hallado asesinado a orillas del río Aguarico.
La Policía informó que cinco encapuchados serían los responsables del crimen y explicaron que lograron identificar a Hermosa Suárez por el documento de identidad que llevaba en la billetera, ya que estaba desfigurado y con signos de tortura.
Al homicida lo habían masacrado con cortes de machete en la espalda, balazos en la cara y en todo el cuerpo, y las manos estaban atadas con alambre.
Escrito por Gastón Marote NA – Buenos Aires, Argentina