Renunció a Disney para fundar su propia productora y ahora trae al país un formato de microseries para ver en el celular
La emprendedora Loli Miraglia invierte u$s130.000 para rodar una novela con 20 capítulos de tres minutos. La tendencia causa furor en China y Estados Unidos.
La industria del contenido audiovisual vive una transformación sin precedentes en todo el mundo, de la mano de los avances de la tecnología. Desde el formato más tradicional hasta el más innovador están atravesados por una nueva dinámica que imponen las redes sociales y los dispositivos móviles.
Si bien éxitos globales como El Eternauta ofrecen la idea de que el sector está en plena ebullición, desde el interior de la industria hay visiones contrapuestas.
“La realidad es que hoy la industria audiovisual está bastante apaleada, cascoteada, por decirlo de alguna manera. Suelo viajar mucho con desarrollos de proyectos propios o de algunos colegas y de productores amigos, y veo que el negocio tal como está planteado es para muy pocos jugadores. Hasta las grandes plataformas vieron que el negocio se vino en picada”.

Así describe la emprendedora Loli Miraglia la actividad en la que sin embargo ahora pone toda la carne al asador. Pero aunque parece una mirada pesimista, tiene una contracara optimista que sustenta su nuevo proyecto personal: la producción de micro series de 20 capítulos de no más de 3 minutos de duración cada uno, basadas en guiones “adictivos” y que se pueden ver en formato vertical a través de los celulares por canales propios de YouTube, Facebook y TikTok.
Miraglia sabe de qué habla cuando habla de producción audiovisual. Desarrolló su carrera profesional dentro de la corporación Disney hasta que un día, hace casi diez años, decidió renunciar para seguir el impulso de su espíritu emprendedor.
Armó una empresa propia con muy pocos recursos y se fue ganando un lugar en el negocio del entretenimiento. Y ahora enfrenta un nuevo desafío, tratando de aprovechar una tendencia mundial que en Argentina todavía está en pañales.
“Mi experiencia me hizo dar cuenta que hay una industria audiovisual paralela al mainstream que genera mucho dinero, donde se trabaja codo a codo con actores que no son conocidos en la pantalla televisiva y cinematográfica, pero sí lo son en las redes sociales y tienen un número de seguidores interesante. Entonces se empieza a dar como una colaboración y una cooperación”, explica la emprendedora en una entrevista con Ámbito.
“El actor, a su vez, tal vez tiene un vínculo con una marca, es embajador de alguna. Entonces eso empieza a jugar dentro de un modelo de negocio diferente, que es el branded content, con un modelo de distribución y monetización a través de un canal propio de YouTube, TikTok y Facebook”, añade.
Periodista: ¿Cómo llegaste al lugar en que estás hoy, con este nuevo proyecto?
Loli Miraglia: Soy ex ejecutiva de Disney. Hice toda la carrera dentro de la empresa hasta que un día decidí renunciar para seguir mi propio camino, aunque mi familia casi me mata. Soy inquieta a morir y apasionada de mi trabajo. Pero a principios del 2015 sentí que quería producir mis propios proyectos. Había estado en la cocina de muchos proyectos audiovisuales importantes, trabajando con todos los directores y productores que te puedas imaginar, como Daniel Burman, Pablo Trapero y otros.
Todo mi aprendizaje fue en la compañía. Y lo apliqué en mi emprendimiento propio. Eramos dos o tres personas, pero yo manejaba la compañía como si tuviera 20 empleados. El primer año me asocié con una amiga actriz, Eugenia Tobal. Ella me impulsó a dar ese salto que nadie quería que hiciera y dimos juntas el primer paso. Ella después siguió con su carrera de actriz y tomó otros rumbos. Yo seguí con nuevos socios. Y hace poco creé The Eleven Hub, una nueva unidad de negocios dentro de mi empresa para hacer producción de microdramas verticales.
P: ¿En qué consiste esta segmentación del negocio audiovisual?
LM: Se refiere a la creación de contenidos con los mismos estándares de calidad de la industria tradicional, pero pensado desde el consumo móvil: cámara vertical, cliffhangers diseñados al milímetro y una narrativa pensada para el usuario de hoy, que quiere ver ficción de calidad en tres minutos mientras viaja, espera o scrollea.
Ya tenemos tres o cuatro desarrollos dando vueltas, pero el más adelantado es una novela que se llama “Bon Vivant”, que filmaremos en junio y estrenaremos en julio.
Todo se hace muy rápido en este proceso, ya que parte del éxito de estos formatos nuevos es el corto tiempo de producción. Esta modalidad se creó en China, en la pandemia. Y se extendió ahora también a Estados Unidos y empieza a aparecer en América latina.
Las empresas que lideran este mercado hacen series de 60 capítulos en apenas tres meses. Es un ritmo bastante agresivo. Desde que se concibe la idea, se escribe, se desarrolla, se entra en preproducción, se hacen los rodajes que son muy cortos también, y sale la novela hacia la app o hasta las plataformas.
Es como una fábrica de contenidos, una forma de industrialización, no en términos de baja calidad, sino de generar un formato en donde se producen contenidos en tiempos cortos.
P: ¿Quiénes trabajan con vos en ese rodaje?
LM: Yo misma escribí la historia y será dirigida por Jorge Bechara, con trayectoria en Disney, Pol-ka y otros, y con producción ejecutiva de Florencia Visconti, ex Polka y Disney también.
Nuestra primera historia va a tener 20 episodios, de entre 1 y 3 minutos de duración. Entre rodaje y ensayo, van a ser 15 días, el rodaje va a ser una semana, en 4 o 5 locaciones diferentes. Ahora estamos en etapa de preproducción y desarrollo, porque estamos tratando de encontrar el gancho, el cliffhanger, que hace que el contenido sea hiper adictivo.
Yo tuve una experiencia anterior como guionista. Fue con “La suerte de Loli”, una novela que escribí junto con mi colega y amiga Majo Riera, que es la mamá de Lali Espósito. Fuimos con el proyecto a los mercados y lo vendimos. Tuvimos varias ofertas en la época dorada, en los primeros años de que las plataformas y los multimedia estaban en auge. Y salió por Telemundo.
P: ¿Qué inversión involucra este primer proyecto de microdramas?
LM: La inversión para hacer “Bon Vivant”, que saldrá toda de mis propios recursos, va a rondar entre 120 y 130 mil dólares. Eso es lo que nos cuesta hoy una novela de 20 episodios. Esperamos que la próxima cueste menos, que podamos hacer más eficientes los costos conforme le agarremos la mano al producto. Estamos aprendiendo porque es un formato totalmente nuevo.
La serie se distribuirá directamente en canales propios de TikTok, YouTube y Meta. La monetización la haremos a través de publicidad, branded content, licensing y venta internacional de formatos.
P: A propósito de los costos, ¿creés que la inteligencia artificial aplicada a la producción audiovisual amenaza el trabajo de personas reales?
LM: No siento que la Inteligencia Artificial pueda reemplazar el trabajo como lo hacemos actualmente. Creo que toda esta cooperación, por ejemplo, con las marcas en el caso de la ficción y en la novela, no se puede reemplazar con IA. Las marcas quieren sumarse a estos proyectos como parte de la narrativa de las historias de manera hiper orgánica, como fueron las zapatillas de Michael J. Fox en Volver al futuro, o los waffles en el personaje de Stranger Things.
Tampoco la IA puede escribir por nosotros el guión, ya que estamos analizando la potencialidad de las marcas en la narrativa desde el minuto cero, desde la primera escritura. Las marcas ya no quieren estar de manera chata en la historia, como la bolsita del supermercado que pasa por atrás y esas cosas tan forzadas. Quieren formar parte de la narrativa. En esa conversación con las marcas no tiene lugar la IA. Pero además está la relevancia del actor de carne y hueso. Es imprescindible, lo necesito real, con su gestualidad real, con la interacción que genera con las marcas en sus redes propias, para que podamos generar un paquete que nos beneficie a todos.
FUENTE: ÁMBITO