¿Hacia el primer Papa negro? Cómo será la continuidad del legado diplomático de Francisco
En pos de una Iglesia renovada y «global», el continente africano se perfila como favorito para dar al próximo sumo pontífice. Aunque ya existió uno del norte, los cardenales subsaharianos avanzan en función de la proyección poblacional y geopolítica de la región.
«No me gustaría ser el primer Papa negro», respondió el cardenal ghanés Peter Turkson, a un periodista que le preguntó si aceptaría convertirse en sumo pontífice. En aquel entonces era 2010, el papa Francisco no había asumido la jefatura del Vaticano pero las dificultades que atravesaba su antecesor, Benedicto XVI, alimentaban los rumores de una posible renuncia.
La muerte de Francisco, ocurrida el pasado 21 de abril, habilitó un cónclave que volvió a poner el foco en la posibilidad de que el sucesor del primer papa latinoamericano provenga de África subsahariana, lo que representaría un hito en los más de dos mil años de historia de la Iglesia Católica. Aunque ya existieron pontífices nacidos en África del Norte en los primeros siglos —como Víctor I, quien ocupó el trono de Pedro entre los años 189 y 199—, nunca un Papa de estas características lideró a los más de 1.400 millones de católicos del mundo.
Desde que Francisco enfermó gravemente en febrero, nombres como el del cardenal Peter Turkson (Ghana), Fridolin Ambongo (República Democrática del Congo) y Robert Sarah (Guinea) comenzaron a circular en los pasillos vaticanos y en los medios internacionales como posibles candidatos al cónclave.
Los tres provienen de una región que podría aportar lo suyo a la visión «renovada» y «global» de la iglesia católica que encaró Francisco. Si bien sus perfiles representan las distintas corrientes internas de la Iglesia, una polarización marcada por los reformistas y los conservadores, también reflejan las tensiones propias de una iglesia que hace su propio juego en la política mundial.
Al igual que en su momento fue América del Sur, con la elección del argentino Jorge Bergoglio, un cardenal de África es considerada una opción atractiva por el Colegio Cardenalicio. Se trata de un continente con proyección global, en función de sus mercados emergentes y auge poblacional. Y que ha pasado de ser un territorio de misión a uno de liderazgo que podría volcarse a la milenaria institución.
Quiénes son los candidatos africanos al cónclave

Peter Turkson: la continuidad del legado aperturista de Francisco
Cuando en 2010 se le preguntó si aceptaría ser Papa, el cardenal Peter Turkson fue tajante: «No me gustaría ser el primer Papa negro. Creo que lo va a pasar mal», dijo entonces. Y agregó: «No estaba preparado para eso, y quizás la Iglesia tampoco».
Hoy, sin embargo, su nombre vuelve a resonar como uno de los favoritos. Nacido en Ghana en una familia humilde de 10 hijos, Turkson fue el primer cardenal de su país y desde entonces ocupó cargos de alto perfil en la Curia romana. En 2008, medió en una crisis postelectoral en su país, demostrando habilidades diplomáticas por las que fue muy respetado tanto dentro como fuera del Vaticano.
En años recientes, y en línea con el sello aperturista del papa Francisco, Turkson moderó su posición sobre temas sensibles. En 2023, declaró a la BBC que «las personas LGBT no pueden ser criminalizadas porque no han cometido ningún delito». Este argumento, que rememora la histórica postura del fallecido papa, lo distancia de los sectores más conservadores del clero africano y podría acercarlo a la línea pastoral de Francisco, aunque sin desafiar la doctrina oficial de la Iglesia.

Fridolin Ambongo y Robert Sarah: del centro al ala conservadora radical
Otro nombre con peso en el cónclave es el del cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, y cercano a Francisco. Si bien fue uno de los principales asesores del Papa en temas africanos, también lideró la resistencia en África contra la decisión vaticana de permitir bendiciones a parejas del mismo sexo. Ambongo se ha pronunciado también sobre los dilemas que enfrenta la Iglesia respecto a los conversos provenientes de matrimonios polígamos, planteando desafíos que responden específicamente al contexto africano.
En el otro extremo del espectro ideológico está el cardenal Robert Sarah, exprefecto de la Congregación para el Culto Divino. Oriundo de Guinea, es conocido por su firme oposición a cualquier reforma progresista. En el pasado, Sarah se vio envuelto en polémica al haber equiparado el aborto, el «fanatismo islámico» y la orientación sexual hacia un mismo sexo con la ideología nazi, declaraciones que, aunque bien recibidas por ciertos sectores conservadores, lo hacen un candidato polarizante.

El continente africano, nuevo corazón del catolicismo global
La creciente visibilidad del continente africano dentro de la Iglesia responde a una transformación demográfica ineludible. En 2015, el 26% de todos los cristianos del mundo vivía al sur del Sahara. Para 2026, se espera que esa proporción aumente al 42%, según datos citados por el medio italiano Corriere della Sera. Aún más significativo: los cardenales africanos ya representan el 12% del electorado del cónclave, frente al 8% en el que estaban en la última elección.
«Se ha desarrollado la sensación de que el Papa, si ha de ser una autoridad global, debe provenir de la Iglesia global», señaló el historiador del catolicismo Miles Pattenden, citado por AFP. Esa percepción se ha consolidado en parte gracias al pontificado de Francisco, el primer Papa argentino e iberoamericano, que desplazó el eje geopolítico de la Iglesia desde Europa hacia el Sur Global, en función de cambios geopolíticos.
Para muchos, la elección de un Papa africano sería una consecuencia lógica de esa apertura. «Sería imposible imaginar que el mundo aceptara a un Papa africano sin esta transición previa», afirmó Cristina Traina, profesora de estudios religiosos en la Universidad Fordham de Nueva York.
La «discriminación» frente al legado diverso del papa Francisco
Aunque el número de cardenales africanos aumentó considerablemente, la posibilidad de un Papa negro y africano todavía tropieza con resistencias culturales y estructurales dentro de la Iglesia. «Discriminación, incluso si no es obvia entre nuestros hermanos europeos, sigue siendo una realidad de la que no hablamos lo suficiente», declaró de forma anónima un sacerdote congoleño a AFP. La persistencia de prejuicios, sumada a las divisiones internas entre los mismos cardenales africanos —divididos entre progresistas moderados como Turkson y conservadores como Sarah—, complica aún más el panorama.
Más allá del resultado del cónclave y la visión política del asunto, Francisco dejó una marca indeleble durante sus doce años de papado: apertura diplomática, crítica al capitalismo salvaje, defensa de los pobres, los migrantes y de la ecología. También mostró un estilo pastoral que privilegia la misericordia sobre la condena, sin modificar sustancialmente la doctrina.
Esa cuerda floja entre reforma retórica y continuidad doctrinal podría servir de modelo para los candidatos africanos, considerados en su mayoría más conservadores en temas de moral sexual, acorde también al contexto del que son oriundos, pero con una fuerte sensibilidad social.
Con respecto a la situación de África a nivel global, Francisco denunció el «colonialismo económico», criticó a las grandes potencias por ignorar las tragedias del continente, y exigió que «se aparten del camino y dejen de saquear a África».
Pero esa narrativa no ha estado exenta de críticas. Algunos intelectuales africanos consideran que esa visión perpetúa estereotipos de victimización. «Insiste en retratar a los africanos como prisioneros indefensos de la historia», observó el académico nigeriano Ebenezer Obadare. Según Obadare, un Papa africano tendría que ir más allá de la denuncia y proponer respuestas más arraigadas en la autonomía y el liderazgo africano.
Los desafíos que tendría un papa oriundo de África
Pero en caso de provenir de África, el próximo Papa no solo deberá lidiar con los desafíos internos de la Iglesia sino también con un entorno religioso altamente competitivo. El islam salafista y el pentecostalismo evangélico están transformando el mapa espiritual del continente, y muchas veces desde una postura proselitista agresiva, lo que representa un desafío para la institución católica.
Mientras el islam ofrece una identidad protectora contra Occidente, el pentecostalismo abraza una occidentalización extrema, centrada en el éxito económico. Frente a esto, el catolicismo parece quedarse sin respuestas. Su discurso de renuncia y sacrificio choca con el «Evangelio de la Prosperidad» que triunfa entre los jóvenes africanos.
La competencia es feroz. Y si el próximo pontífice proviene de África, no solo deberá representar al continente, sino también ofrecer una narrativa espiritual que lo reconcilie con la modernidad sin perder su esencia. La pregunta ya no es si la Iglesia está lista para un Papa africano, sino si está lista para todo lo que un Papa africano implicaría: una nueva diplomacia global, una nueva forma de leer la realidad africana, y quizás, una nueva manera de entender el catolicismo en el siglo XXI.
Como dijo el padre Paul Maji, desde Abuja, Nigeria: «Siempre ha estado en nuestros labios ese deseo de tener un Papa africano. Pero personalmente no soy sentimental sobre el origen del próximo pontífice. Lo importante es que sea la voluntad de Dios».
CD / Gi / perfil-com