Tres vaginas, dos úteros, un pen3 bífido y dos tipos de leche: la curiosa reproducción del canguro

Los canguros son animales fascinantes que han desarrollado una forma de reproducción muy adaptada a su entorno.

ara los seres humanos, la reproducción no parece tener mucho misterio. Dejando al margen la fecundación in vitro u otros procedimientos, el sistema se puede resumir en una serie de pasos fáciles de comprender: los testículos del macho producen espermatozoides, que mediante el coito o penetración del pene en la vagina, son transportados al sistema reproductor de la hembra, donde uno de ellos y no el más rápido— fecunda al óvulo, forma el zigoto y se implanta en el útero. Tras un período de gestación que fluctúa entre las 37 y las 42 semanas, nace el bebé, que se alimentará de la leche materna durante las primeras etapas de su vida.

Por supuesto, el asunto no es tan simple, y desde la mera formación de los gametos hasta la composición de la leche o el sistema que regula su producción en las glándulas mamarias, puede desgranarse hasta niveles que, incluso con todo el conocimiento disponible actualmente, siguen siendo ignotos. Pero el esquema general parece sencillo, es un proceso que comprendemos desde hace mucho tiempo.

Debido al sesgo antropocéntrico que compartimos los humanos, tendemos a asimilar toda forma de reproducción animal e incluso de otros grupos, con la nuestra. En el fondo, la mayoría de los mamíferos y otros muchos organismos comparten rasgos y comportamientos. Pero, como suele suceder en biología, hay excepciones, una de ellas es la del canguro. Un animal cuya reproducción despierta la curiosidad y la sorpresa.

Un pene bífido para tres vaginas

La hembra de canguro tiene un sistema reproductor complejo. De fuera hacia dentro, la vulva abre acceso a un tubo único, en el que desemboca la vejiga. Inmediatamente por encima, el canal se divide en tres secciones, tres vaginas que divergen, una a cada lado, y otra por el centro. Todas ellas concluyen en un atrio común, de donde, a continuación, surgen dos úteros, uno a cada lado, y cada uno asociado a una trompa de Falopio y un ovario.

El macho fecunda a la hembra mediante el coito con penetración, como el ser humano, pero con una diferencia significativa: el pene del canguro es bífido. Durante la penetración, cada uno de los dos extremos del pene se aloja en una de las vaginas laterales y el esperma se descarga en ambas simultáneamente. El fluido espermático desemboca, así, en el atrio y entra en los úteros y las trompas de Falopio, donde fecundará al óvulo, siempre que haya uno disponible.

La tercera vagina, la central, no interviene en el proceso. Es un órgano que tendrá su propia función… más tarde.

El embarazo exprés de la cangura

De forma similar al ser humano, los ovarios de la cangura se alternan para producir los gametos femeninos, por lo que, normalmente, cuando uno de los ovarios tiene el óvulo disponible, el del otro lado no lo tiene. Allí donde se da la fecundación, el zigoto se implantará en el útero correspondiente, manteniendo el segundo útero libre.

Los canguros y walabíes —que se agrupan bajo el nombre de macrópodos— pertenecen al grupo de mamíferos llamados marsupiales, diferentes de los placentarios. Como su nombre indica, los placentarios, como el elefante o el ser humano, presentan placenta, un órgano que se genera en las paredes internas del útero durante la gestación, que sirve como medio de conexión entre el embrión o el feto y el organismo de la madre. Pero en los marsupiales no hay placenta, el zigoto dispone de una cantidad abundante, aunque limitada, de nutrientes, la implantación del embrión es breve, y cuando los nutrientes se agotan, el feto se ve obligado a salir, normalmente a las cuatro semanas de gestación.

En ese tiempo, el ovario contrario ha producido su propio óvulo y ha podido ser fecundado. Es decir, que gracias a su sistema de doble útero, una hembra de canguro puede gestar a la vez dos fetos distintos, en diferentes estados de desarrollo. Cuando uno concluye su desarrollo, el otro aún se encuentra a medio camino, y cuando uno de ellos nace, ese útero queda libre para alojar otro embrión. De este modo, una hembra de canguro puede estar embarazada permanentemente.

El parto y el postparto

Cuando el feto llega a término —es decir, cuando se le agotan los nutrientes—, sale del útero y es alumbrado a través de aquella tercera vagina, la central, que no había tenido utilidad hasta ahora. En este punto, el bebé canguro es diminuto, apenas del tamaño de una alubia, y está muy poco desarrollado a excepción de sus brazos, esenciales para trepar por el pelo de su madre hasta el marsupio.

El marsupio es la bolsa tan característica de los canguros y otros marsupiales para alojar a sus crías, y a su vez es el órgano que da nombre al grupo. En su interior, la cría se encuentra con cuatro pezones disponibles, y se aferra a uno de ellos. El bebé está en un momento tan temprano de su desarrollo que ni siquiera puede succionar; para alimentar a la criatura, el pezón se hincha en su extremo, llenando la boca de la cría —para que no pueda soltarse— y segregando la leche de forma constante.

La hembra mantendrá a su canguro en el marsupio hasta que pueda valerse por sí solo —algo que sucede, según la especie, entre 15 y 60 semanas después del parto—. Después, la cría continuará regresando al marsupio para alimentarse, entre 12 y 18 meses más, hasta ser capaz de buscar su alimento. Una curiosidad de este proceso es que los nutrientes que necesita el recién nacido no son los mismos que los que necesita la cría de canguro que ya es activa y con cierta autonomía, por eso el cuerpo de la madre produce dos tipos distintos de leche, en función de las necesidades de su cría.

El embarazo intermitente

Un tema crucial es que el marsupio de la cangura solo puede contener una cría cada vez. Si el saco está ocupado durante decenas de semanas, es muy probable que varios bebés canguro nazcan en ese período —recordemos que la gestación dura tan solo un mes—.

Para evitar este efecto indeseado, cuando se da un parto, el cuerpo de la hembra interrumpe temporalmente el embarazo del útero alternativo —que, recordemos, estará a medio desarrollar— hasta que el marsupio vuelve a estar disponible. A este proceso se le denomina diapausa embrionaria. De este modo, solo tiene una cría en el marsupio, optimiza la crianza, y si una cría muere, reanuda el desarrollo del embrión en pausa, y en apenas un par de semanas ya tendrá un nuevo bebé trepando hacia el marsupio vacío.

Fuente: muyinteresante.es – Foto: Freder/iStock

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