El “segundo corazón” que late en tus piernas: por qué deberías moverlo más
Tu cuerpo esconde un aliado poderoso que cuida tu circulación sin que lo notes: el músculo sóleo, ubicado en tus pantorrillas. Este “segundo corazón” ayuda a impulsar la sangre hacia el pecho, desafiando la gravedad. Mantenerlo activo mejora la salud cardiovascular y previene problemas como hinchazón, várices y fatiga. Y lo mejor: activarlo es más fácil de lo que crees.

El músculo sóleo: la bomba silenciosa de tu circulación
Aunque no es conocido por muchos, el músculo sóleo cumple una función vital en el sistema circulatorio. Se encuentra en la parte posterior de la pierna, justo debajo del músculo visible de la pantorrilla (el gastrocnemio). Su especialidad no es saltar ni correr, sino algo más discreto pero igual de crucial: empujar la sangre venosa desde las piernas de regreso al corazón.
Por eso se lo llama el “segundo corazón”. Su acción es especialmente importante cuando estamos de pie, ya que evita que la sangre se acumule en los pies. Pero el problema es que el sóleo solo se activa cuando hay movimiento. Permanecer sentado o quieto por mucho tiempo, como suele ocurrir en oficinas o viajes largos, entorpece esta función y favorece la aparición de várices, piernas cansadas o incluso coágulos.

Evidencia científica: el estudio que reveló el poder oculto del sóleo
En 2023, un estudio publicado por los investigadores Monica Almendras y Erik Peper en la revista Biofeedback puso el foco sobre el rol del sóleo en la salud circulatoria. A través de mediciones de temperatura, flujo venoso y niveles de oxígeno, comprobaron que movimientos simples como elevar los talones o realizar “empujes de sóleo” aumentaban significativamente el retorno de sangre al corazón.
El hallazgo no solo refuerza la importancia del movimiento para combatir el sedentarismo, sino que además propone ejercicios puntuales como estrategia preventiva. La investigación mostró que activar esta “bomba venosa” reduce síntomas como pesadez en las piernas, hinchazón y mejora la oxigenación general del cuerpo.
Estos datos no se quedan en el laboratorio: resultan especialmente útiles para personas que trabajan sentadas, adultos mayores o quienes sufren de insuficiencia venosa crónica. El estudio destaca que no se requiere un entrenamiento extenuante para obtener beneficios. Bastan pequeños movimientos regulares para poner a trabajar este corazón auxiliar.
Esta evidencia científica consolida lo que muchos expertos ya recomendaban: moverse con frecuencia no es solo una sugerencia de estilo de vida saludable, sino una necesidad fisiológica concreta.
Cómo activar tu segundo corazón (sin ir al gimnasio)

La mejor noticia es que cuidar tu “segundo corazón” no implica horas de ejercicio. Basta con incorporar pequeños hábitos a lo largo del día para mantenerlo en marcha. Caminar durante algunos minutos cada hora es una de las formas más efectivas. Si trabajas sentado, puedes hacer elevaciones de talones (subir y bajar los pies como si pisaras un pedal invisible) para imitar el bombeo natural del sóleo.
Durante vuelos largos o jornadas laborales frente a una pantalla, estos ejercicios discretos marcan una gran diferencia. Otras recomendaciones útiles incluyen usar medias de compresión si hay predisposición a problemas venosos y elevar las piernas al final del día para favorecer el drenaje.
No se trata de sumar exigencias, sino de integrar movimiento en la rutina diaria: subir escaleras en lugar de tomar el ascensor, estirarse de pie durante llamadas o simplemente pasear mientras se piensa. Cada paso cuenta.
Mover las piernas es más que una costumbre: es un acto de salud circulatoria. Darle movimiento al sóleo es como encender un motor que trabaja en silencio para evitar que la sangre se estanque.
Un músculo pequeño, una diferencia enorme
El músculo sóleo no recibe la atención que merece, pero su impacto es innegable. El hecho de que actúe como una bomba venosa lo convierte en un guardián silencioso de tu salud cardiovascular. El estudio de Almendras y Peper lo confirma: moverse regularmente y hacer pequeños ejercicios de activación puede marcar la diferencia entre una circulación estancada y una saludable.
En un mundo cada vez más sedentario, esta información cobra aún más valor. Cuidar tu “segundo corazón” no requiere esfuerzo extremo, solo constancia y conciencia. Porque a veces, los grandes cambios empiezan por un paso, o una pantorrilla que se activa.
Referencia:
- Reactivate Your Second Heart. Link.
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