Miguel Ángel en la Sixtina: el joven escultor que hizo lo que quiso con el encargo más importante del mundo

Las pinturas de la bóveda en la capilla que ahora se cierra para el cónclave siguen asombrando al mundo cinco siglos después. El artista plasmó en los muros su propia visión de la Biblia y del arte, provocando escándalos y censura.

En cadena internacional, por todas las pantallas, los frescos de la Capilla Sixtina que se cierra para el cónclave asombran al mundo como hace quinientos años. Los más famosos, en la bóveda y la cabecera, detrás del altar, son obra de un escultor, el más famoso de todos, por cuyo aniversario de nacimiento se celebra, cada 6 de marzo, el día internacional del escultor.

¿Porqué ese joven escultor, arquitecto y poeta homosexual, nacido en Arezzo, llega a recibir un encargo papal de semejante envergadura en Roma, que ya reemplazaba a Florencia como gran capital del Renacimiento? A sus 24 años, había firmado la Piedad que está en la Basílica de San Pedro. Un Cristo que parece dormido, una virgen María joven y bella, con una banda diagonal en el pecho sobre la que esculpió su firma, para evitar que la atribuyeran a otro artista. Michael Angelus Buonarotus Florentinus Faciebat: Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo.

Apenas expuesta, tuvo un éxito rotundo. Miguel Ángel regresó a Florencia con una enorme fama y fue finalmente contratado por el papa Julio II, en 1508, cuando ya era un artista muy reconocido. Pero como escultor. Tanto así, que desconfió de la propuesta papal: las zancadillas entre artistas que competían por los encargos eran comunes, y pensó que alguien quería ponerlo en apuros frente a un desafío como ese.

La Sixtina, llamada así en honor del papa Sixto IV, es la capilla papal, completada hacia el año 1481, que acompaña y simboliza la recuperación de poder de Roma. Lo que pinta el escultor Michelangelo tiene que ver con poner en primer plano a la iglesia romana, latina: la iglesia católica. Para decorar la capilla, fueron contratados otros pintores, florentinos, como Botticelli, luego de un arreglo entre el papa y los Medici, los señores fuertes de Florencia. En los muros laterales, casi al alcance de la mano, se cuenta la vida de Cristo la de Moisés, nuevo y antiguo testamento.

En torno a 1510, contratado por el papa, Miguel Ángel pinta la bóveda. Más tarde, a mediados del siglo, pinta en la pared del fondo el juicio final. ”Miguel Ángel pinta por encargo del papa y de los teólogos que lo acompañan. Lo interesante es que él acepta ese encargo pero le da su propio matiz -dice Miguel Ángel Muñoz, profesor emérito de arte de El Salvador y de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes-. En la creación de Adán, la imagen más famosa, muestra la figura apolínea de Adán desnudo con su mano blanda que se conecta con la mano poderosa de Dios padre: eso no es lo que cuenta la Biblia. Según la Biblia, Dios tomó barro y lo hizo de barro, pero en su fresco el cuerpo ya está y Dios le está dando la vida, como una especie de energía vital. Otra originalidad es que lo muestra acompañado de una cantidad de niños: nunca pintó ángeles con alas.

La Capilla Sixtina será testigo, una vez más, del próximo cónclave para elegir al nuevo papa. (Crédito: AP)
La Capilla Sixtina será testigo, una vez más, del próximo cónclave para elegir al nuevo papa. (Crédito: AP)

En la Sixtina hay varias imágenes de niños, jovencitos, que son ángeles. Pero ninguno tiene alas. Además, la forma de Dios padre, un óvalo, es como algo cósmico, en cambio la de Adán es como un triángulo rectángulo, marca la inmovilidad. Todavía no tiene la vida: se la está dando Dios. Es una interpretación muy interesante, pero es de Miguel Ángel; en el Génesis no se dice que ocurra eso».

Según el artista y arquitecto Giorgio Vasari, considerado el primer historiador del arte, y que lo conoció bien, Miguel Ángel pintó la bóveda de la Sixtina, de 500 metros cuadrados, solo. Una pintura al fresco en un techo, que supone arrimar unos andamios, treparse y hacer el revoque fino, para pintarlo fresco, antes de que se seque, la técnica de la pintura mural. “Nadie ha negado esa versión y hasta Miguel Ángel escribió un poema donde dice que salió destruido, con los riñones, la cabeza inclinada hacia arriba, un esfuerzo físico fabuloso”, dice Muñoz.

Claro, otra cosa que sigue llamando la atención de millones de turistas y televidentes, son los colores. Cuando se restauraron los frescos, en los ochenta y noventa, muchos se disgustaron porque creyeron que el colorinche era un exceso de los restauradores. Pero no: esos azules de una intensidad casi molesta, esas sombras coloreadas, como psicodélicas, fueron obra de Miguel Ángel. El artista que hizo lo que quiso con el encargo más importante del mundo.

“Para mí, Miguel Ángel es miguelangelesco. Ese es su estilo. Renacentista, sólo en las primerísmas obras, y hasta el David podríamos discutirla. ¿Manierista, caprichoso? Algo de eso hay, pero sobre todo es miguelangelesco: es demasiado propio lo que hace. Fijate la forma en que termina la Sixtina. Fue un longevo, murió con más de noventa años, y murió lúcido, trabajando hasta el último día, en una piedad que ahora se guarda en Milán. Hacia 1450, más o menos, se le encarga terminar el ciclo de la Sixtina. Estaban las paredes laterales, la bóveda y faltaba el muro final, la cabecera de la capilla».

“El juicio final es un episodio incómodo, con un montón de gente que la está pasando mal, y eso es lo que se le encarga. Y ahí aparece él tomando sus propias decisiones: representar a todas las figuras, santos y no santos, desnudos. Mientras lo está pintando, en la Iglesia ya hay una gran polémica. El papa, de puro admirador, no se animaba a decirle que no, pero lo cierto es que Miguel Ángel lo terminó y estaba vivo todavía cuando la Iglesia decide tapar los desnudos, con una telita que cubre los genitales de las figuras. Se le encargó la tarea a otro pintor, Daniele da Volterra, al que los italianos llaman Il Braghettone: el encargado de tapar el inconveniente. Miguel Ángel es uno de los creadores del desnudo artístico como lo conocemos nosotros, sólo que era muy temprano todavía. Era el 1500 y el cuerpo, el pecado, la moral judeo cristiana no estaba lista para eso”.

ARCHIVO - Los cardenales caminan en procesión hacia la Capilla Sixtina en el Vaticano, al comienzo del cónclave, el 18 de abril de 2005. (Osservatore Romano via AP, archivo)
ARCHIVO – Los cardenales caminan en procesión hacia la Capilla Sixtina en el Vaticano, al comienzo del cónclave, el 18 de abril de 2005. (Osservatore Romano via AP, archivo)

TN

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