¿Estas hablando contigo mismo? Esto es lo que dice la ciencia sobre tu personalidad
¿Alguna vez te has encontrado murmurando para ti mismo en la cocina, teniendo una conversación imaginaria en la ducha o animándote en voz alta cuando te enfrentas a un desafío? Tenga la seguridad de que no es el único, ¡y esa es una gran noticia! La ciencia ha analizado este monólogo interior (o exterior) y los resultados son bastante halagadores. He aquí por qué hablar contigo mismo podría ser uno de tus mejores hábitos.
Una herramienta para la concentración y la resolución de problemas.
Las investigaciones han demostrado que verbalizar nuestros pensamientos puede mejorar nuestra capacidad para resolver problemas. Un estudio de Gary Lupyan, profesor de psicología de la Universidad de Wisconsin-Madison, descubrió que los participantes que decían en voz alta lo que buscaban en una serie de fotos podían localizar los objetos deseados más rápidamente.
Para qué ? Porque decir palabras activa múltiples áreas del cerebro simultáneamente, lo que fortalece las conexiones neuronales. En otras palabras, hablar contigo mismo te ayuda a estructurar mejor tus pensamientos y decir el nombre del objeto activa una representación visual en tu mente, lo que facilita la orientación y la concentración . Hablar con uno mismo puede actuar así como un auténtico hilo de Ariadna para orientarnos.
Un aliado para la memoria y la organización
Leer notas o listas de tareas en voz alta también resulta ser una excelente manera de fortalecer la memoria. Al transformar la información visual en estimulación auditiva, el cerebro consolida la información de manera más eficiente y facilita su memorización. Además, verbalizar tus pensamientos te permite organizar tus ideas de una manera más estructurada. Al aclarar nuestros objetivos y delinear los pasos necesarios para alcanzarlos, podemos priorizar mejor nuestras acciones y tomar decisiones más informadas.
Un impulso para la motivación y la gestión del estrés.
Más allá del aspecto cognitivo, hablar con uno mismo juega un papel importante en la regulación emocional. Ethan Kross, profesor de psicología en la Universidad de Michigan, ha demostrado que utilizar la segunda y tercera persona en nuestra autocomplacencia (“¡Puedes hacerlo!”,“¡Eres capaz!”) puede reducir la ansiedad y mejorar nuestro rendimiento frente a los desafíos. Esta forma de diálogo interno nos permite dar un paso atrás respecto de nuestras emociones y posicionarnos como observadores de nuestros propios pensamientos, proporcionándonos así una distancia bienvenida de las situaciones estresantes. Este mecanismo nos permite adoptar una actitud más racional y menos agobiada por el estrés, favoreciendo así el bienestar emocional.
Una estrategia para canalizar tus pensamientos negativos
A veces nuestras mentes pueden parecer un caos alegre. Para las personas que se sienten abrumadas por un flujo incesante de pensamientos negativos, hablar en voz alta consigo mismos también puede servir como estrategia de regulación. Gabrielle Morse, terapeuta de Nueva York, señala que esta práctica ayuda a calmar y monitorear el flujo de pensamientos que ocurren. Al articular sus ideas, resulta más fácil examinarlas desde una perspectiva más objetiva, lo que puede ayudar a frenar los ciclos de rumia que a menudo se asocian con los trastornos de ansiedad.
Así, lejos de ser una conducta marginal o indicativa de trastornos psicológicos, hablar con uno mismo parece ser una práctica natural y beneficiosa. La próxima vez que alguien te pille hablando contigo mismo, no te sonrojes. Simplemente estás maximizando tus capacidades cognitivas, genial, ¿verdad? Y si alguna vez veis alguna mirada perpleja, sonreíd y decid:
«La ciencia lo aprueba».
(The Body Optimist)