Fuerte caída de la natalidad: Tucumán enfrenta un cambio social sin precedentes y con consecuencias imprevisibles

Un informe elaborado por el Ministerio de Educación de Tucumán encendió las alertas al registrar una disminución en las inscripciones de niños en jardines de infantes, lo que refleja una caída sostenida en la tasa de natalidad en la provincia durante la última década. Según estadísticas del Ministerio de Salud, entre 2014 y 2021, la cantidad de nacidos vivos se redujo en un 27%. Además, el promedio de hijos por mujer -que en la década de 1980 era de 3,3- descendió a 1,9 en 2020.

Especialistas señalan que este fenómeno se debe a múltiples factores. Entre ellos, destacan los cambios en el rol de la mujer, con mayor acceso a la educación y al mercado laboral, lo que lleva a postergar la maternidad o directamente repensar si desean formar una familia. Las prioridades, como terminar una carrera universitaria o alcanzar estabilidad económica, tienen un peso cada vez mayor en estas decisiones. Otro aspecto clave fue la implementación de políticas públicas como la Educación Sexual Integral (ESI) y el Plan ENIA (prevención del embarazo no intencional en la adolescencia), que contribuyeron a reducir significativamente el número de madres menores de 19 años. En este grupo etario, el porcentaje de embarazos descendió del 17,9% en 2014 al 8,9% en 2021.

Esta tendencia demográfica se traduce directamente en la caída de inscripciones en las salas de 4 y 5 años de los jardines de infantes de Tucumán. Según datos del Departamento de Estadística de la Dirección de Planeamiento y Calidad Educativa, entre 2014 y 2019 la matrícula en sala de 4 años creció el 69%, pasando de 15.210 a 25.731 alumnos. Sin embargo, desde 2019 comenzó una tendencia a la baja, que se acentuó en los últimos años: en 2024, la matrícula descendió a 21.653, lo que representa una disminución de un 16%.

En el caso de las salas de 5 años, la matrícula se mantuvo estable entre 2014 y 2020, alcanzando su pico máximo en ese último año con 29.978 alumnos. A partir de 2021 comenzó un descenso progresivo, llegando a 25.948 inscriptos en 2024, lo que implica una caída de un 13%. A pesar de la merma general, la sala de 5 años continúa registrando una matrícula superior a la de 4, debido a su carácter obligatorio y su incorporación temprana al sistema educativo formal. En cambio, la sala de 4 años, cuya universalización es más reciente, muestra una mayor vulnerabilidad frente a las fluctuaciones demográficas.

La caída en las inscripciones de niños en los jardines de infantes no solo refleja una baja en la natalidad, sino que también afecta directamente los cargos docentes en la provincia. “Esto es un fenómeno a nivel mundial, pero en el caso de Tucumán las más afectadas fueron las escuelas del interior profundo, donde se han cerrado o congelado cargos”, afirmó Hugo Brito, secretario general de la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales (ATEP), a La Gaceta. Frente a este escenario, desde el gremio señalaron que se están buscando alternativas para proteger la fuente laboral de quienes se ven perjudicados. “Desde el gremio buscamos las mejores soluciones para los docentes afectados, los reubicamos (junto al Ministerio de Educación) de manera que no pierdan su cargo y su trabajo”, expresó.

El descenso en la matrícula de los jardines de infantes no responde solamente a una cuestión demográfica. El psicólogo Roberto González Marchetti analizó los múltiples factores que influyen en la decisión de muchos padres de postergar la escolarización de sus hijos. “El inicio de la escolaridad, además de la alfabetización, favorece el desarrollo de una mayor flexibilidad conductual en los niños, lo que les permite vincularse mejor con su entorno y adquirir nuevas estrategias de afrontamiento para adaptarse”, señaló el especialista.

En opinión de González Marchetti, esta problemática debe interpretarse desde diferentes enfoques. Uno de ellos está relacionado con una tendencia cada vez más común en las parejas argentinas: la postergación de la maternidad y la paternidad. “Muchas parejas conviven durante largos períodos sin planificar la llegada de un hijo. En varios casos, incluso, optan por adoptar mascotas como una forma simbólica de conformar una familia”, explicó. Otro aspecto que incide, según el psicólogo, es el temor de los adultos frente al crecimiento de situaciones de bullying y de violencia social. “La falta de garantías sobre el bienestar de sus hijos en ciertos entornos escolares lleva a muchos padres a tener dificultades para elegir una institución en la que realmente confíen”, agregó.

Finalmente, González Marchetti se refirió a las secuelas que dejó la pandemia de la covid-19. “Durante ese período, los niños crecieron en entornos sociales restringidos, con una fuerte presencia del universo digital. Esto configuró un modo particular de interacción, en el cual el contacto social dejó de ser atractivo”, sostuvo. A modo de cierre, advirtió que aún es necesario profundizar los estudios científicos para comprender cómo influirá, a largo plazo, la crianza en ambientes digitales o mediados por inteligencia artificial en el desarrollo de la madurez infantil. /La Gaceta

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