Tras la apertura de importaciones, cerraron otras dos empresas textiles
La marca de alta costura Tramando del reconocido diseñador argentino Mariano Churba tuvo que cerrar ante la apertura importadora. La otra que bajó la persiana fue Barpla de Río Grande y hay varias marcas más que están al borde del abismo. Preocupa la situación de un sector que absorbe mucha mano de obra.
La marca de alta costura Tramando, fundada hace 21 años por el diseñador argentino Martín Churba, cerrará sus puertas en Buenos Aires. Reconocida por su creatividad y compromiso social, Tramando mantenía colaboraciones con cooperativas del conurbano y artesanos de la Puna, promoviendo el trabajo inclusivo y las raíces culturales argentinas. Sin embargo, la situación económica y las políticas de importación pusieron en riesgo la continuidad de esta y otras empresas textiles en el país.
Martín Churba, quien comenzó su carrera colaborando con grandes firmas internacionales y como parte del dúo Trosman-Churba, lamentó el cierre de Tramando, calificándola como un «árbol que extendió sus ramas por el mundo». En su despedida, Churba agradeció el apoyo de sus colaboradores y clientes y prometió seguir «tramando» en nuevos proyectos, a pesar de las adversidades que enfrenta el sector textil en Argentina.
El cierre de Tramando es solo uno de los síntomas de la crisis en la industria textil nacional, provocada en parte por la reducción de aranceles para productos extranjeros, lo que favorece la importación en detrimento de la producción local. En el mismo contexto, las marcas Vitamina y UMA, del Grupo Navilli, enfrentan dificultades económicas y podrían cerrar sus locales si no encuentran un comprador antes de fin de año. Además, la emblemática textil Barpla en Tierra del Fuego también anunció el cierre de su planta, afectando a decenas de trabajadores.
La Fundación Pro Tejer reporta un panorama desolador para la industria textil: con menos de la mitad de la capacidad de producción activa y más del 90% de las empresas con caídas en ventas, las fábricas han tenido que suspender o despedir a miles de empleados en el último año. Ante este panorama, el sector pide al Gobierno medidas de protección para frenar la crisis y evitar que más empresas deban «bajar la persiana».
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