¿Por qué los bebés huelen bien y los adolescentes no?

Un equipo de investigadores alemanes ha analizado la composición química del olor corporal en bebés y adolescentes. Los resultados se han publicado en Nature.

¿Alguna vez has sostenido a un bebé  y te has deleitado con ese aroma celestial que te hace querer achucharlo? ¿O has entrado en la habitación de un adolescente y te has preguntado si alguna criatura mítica decidió mudarse ahí?

No es tu imaginación. Se trata de la fascinante y algo cómica ciencia detrás de por qué los bebés huelen a campos de flores y los adolescentes a.… bueno, a un queso olvidado en el rincón de la nevera.

Bromas aparte, la diferencia en los olores corporales entre bebés y adolescentes es notoria y tiene una base científica sólida. Generalmente, los bebés tienen un olor agradable, mientras que los adolescentes a veces desprenden un olor más fuerte.

Estas diferencias están vinculadas a cambios biológicos y hormonales que ocurren durante el desarrollo humano, pero algunos científicos sugieren que pueden tener una explicación evolutiva.

La química del olor

Un estudio publicado recientemente en la revista Communications Chemistry investigó la composición química del olor corporal en bebés y adolescentes. El equipo, dirigido por la investigadora Helene Loos, de Universidad de Erlangen-Núremberg (Alemania) analizó muestras de olor corporal de 18 bebés y niños pequeños y 18 adolescentes. Descubrieron que, tanto cualitativa como cuantitativamente, el olor corporal de los niños cambia drásticamente después de la pubertad.

En los bebés, se encontraron aldehídos con olores cítricos y jabonosos, que son percibidos como agradables. En contraste, el sudor de los adolescentes contiene una mayor concentración de ácidos carboxílicos, compuestos asociados con olores fuertes y desagradables como el queso y el almizcle de cabra. Además, se encontraron esteroides naturales con olores almizclados únicamente en el sudor de los adolescentes.

Actividad de las glándulas sebáceas

La fuente de estos compuestos malolientes es la actividad de las glándulas sebáceas, que secretan sebo, una sustancia aceitosa que protege la piel. Según los expertos, estas glándulas están activas antes del nacimiento y luego se vuelven mayormente inactivas durante los primeros años de vida. Sin embargo, se reactivan alrededor de la pubertad, aumentando la producción de sebo. “Vuelven a estar muy activas en torno a la pubertad”, explica Loos.

Cuando las glándulas sebáceas se reactivan, interactúan con bacterias y otras sustancias corporales, como el sudor, que no estaban presentes en grandes cantidades durante los años de infancia. Así, estas interacciones descomponen el sebo en moléculas malolientes características del olor corporal adolescente. Sin mucho sebo, como en el caso de los bebés, estos compuestos simplemente no se forman en altas concentraciones.

Una razón evolutiva

Ilona Croy, coautora del estudio y psicóloga en la Universidad Friedrich Schiller de Jena (Alemania), sugiere que estos cambios en el olor corporal tienen sentido evolutivo. De hecho, el olor agradable de los bebés facilita el vínculo entre padres e hijos.

Este olor “dulce y meloso”, en palabras de Croy, ayuda a que los padres se sientan más inclinados a cuidar de sus hijos, fortaleciendo el vínculo afectivo. “Esto tiene mucho sentido, porque [el olor a bebé] facilita el vínculo entre padres e hijos”, afirmaba Croy a la revista Scientific American.

Sin embargo, a medida que los niños crecen y se vuelven adolescentes, ya no dependen tanto de sus padres. En este punto, se cree que el desarrollo de un olor más fuerte y desagradable podría ayudar a fomentar la independencia. Una teoría que sugiere que el cambio en el olor corporal es una forma de comunicación no consciente que ayuda a los adolescentes a separarse de sus padres.

Estudios comparativos

Sin embargo, el cambio en el olor corporal a lo largo del desarrollo no es único en los humanos. En este sentido, estudios científicos en peces espinosos han descubierto que individuos estrechamente relacionados rechazan el olor de los otros una vez que alcanzan la madurez sexual, lo cual ayuda a evitar la endogamia.

Se trata de un mecanismo que podría estar presente también en humanos, donde el olor infantil provoca una especie de instinto protector en los padres que se convierte en aversión o rechazo una vez que comienza la pubertad o adolescencia.

Por su parte, Charles Spence, psicólogo experimental de la Universidad de Oxford (Reino Unido), advierte que, aunque los olores corporales cambian con el tiempo, esto podría no tener un propósito comunicativo claro. “Es bueno que se preste más atención al sentido del olfato”, subraya el experto.

Por ejemplo, muchas personas asocian el “olor a coche nuevo” con algo positivo, aunque no tenga una razón evolutiva directa. Según Spence, este olor es en realidad una mezcla de compuestos volátiles que pueden ser perjudiciales en altas concentraciones, pero se percibe como agradable debido a su asociación con la compra de un coche nuevo.

Ahora, el siguiente paso para Loos y Croy será combinar datos de olor molecular con escaneos de resonancia magnética del cerebro de padres mientras huelen el olor corporal de sus hijos para determinar si se activa una región cerebral específica.

También esperan identificar si algunas moléculas de olor permanecen consistentes a lo largo de la vida de una persona, actuando como una huella dactilar única en lo que se refiere al olor.

MUY INTERESANTE.-

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