Jorge Macri: “Es un error pensar que el kirchnerismo ya perdió, en 2019 nos comimos esa curva”
En 2005 fue elegido primer diputado provincial por la provincia de Buenos Aires. Empezó así un recorrido extenso que ya lleva 21 años. El reclamo a Horacio Rodríguez Larreta y la interna con Martín Lousteau.
ENTREVISTA |
Hace una semanas, en este mismo ciclo de entrevistas, le pregunté a Leandro Santoro, precandidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por Unión por la Patria, cuál era a su criterio “la virtud” de uno de sus adversarios políticos, Jorge Macri. Santoro respondió: “su formación”. Y me quedó dando vueltas en la cabeza eso.
Porque en materia política, no se trata de un perfil ultraacadémico, cosa que en el PRO es una virtud que se suele destacar. Jorge Macri nació en Tandil provincia de Buenos Aires y de chiquito vino con su familia a vivir a CABA, donde hizo la escuela primaria y secundaria y casi sin escalas, pasó a dirigir una de las empresas familiares.
Comenzó en 2001 una nutrida carrera política. Primero, creando con su primo Mauricio una fundación llamada “Creer y Crecer”, semilla de lo que dos años más tarde sería “Compromiso para el Cambio”, espacio político con el que los Macri, junto con otros dirigentes desembarcaron en la política partidaria.
En 2005, ya con el sello “PRO”, Jorge Macri fue elegido primer diputado provincial por la provincia de Buenos Aires. Empezó así un recorrido extenso que ya lleva 21 años, cosa que me permitió comprender el halago de Santoro: se refería a la formación política de Jorge Macri, cosa que ni sus adversarios discuten.
En 2011 fue electo intendente del partido de Vicente López, desterrando del sillón al histórico “Japonés” García. Fue reelecto en 2015 y en 2019.
Soñaba con ser gobernador de la provincia de Buenos Aires, territorio que recorrió arduamente, tejiendo buenas y profundas relaciones, aún con sus adversarios. Suele jactarse de ser amigo de muchos de los “muchachos” del PJ provincial, colegas suyos quienes, a su vez, suelen hablar muy bien de él pese a la adversidad.
Pero los vaivenes de la política lo trajeron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus aspiraciones a gobernar PBA en 2021 chocaron con las de Diego Santilli. Fue así como Horacio Rodríguez Larreta, impulsor de la candidatura provincial del “Colo”, le propuso a Macri un acuerdo: sumarse al gobierno de la Ciudad como ministro y “habilitar” su candidatura a jefe de Gobierno en 2023.
Una propuesta que, a su vez, choca con el acuerdo tácito que Larreta cerró con los radicales de la ciudad, incorporándolos al gobierno y “habilitando” la candidatura de Martín Lousteau en el distrito.
Jorge Macri está casado con la periodista María Belén Ludueña. Tiene tres hijos de su anterior matrimonio y -a diferencia de su primo Mauricio- es hincha de River. Dueño de una admirable templanza, es muy difícil sacarlo de sus casillas, aún cuando se le hacen preguntas incómodas. Es bueno en el mano a mano. La charla comienza -como todas- poniendo las cartas arriba de la mesa.
-Hacemos un pacto de honestidad brutal, ¿le parece?
-Todo lo que pueda.
-¿Cuánto puede?
-Bastante. (Risas)
-El PRO gobernó la Ciudad desde el 2007 y usted está haciendo campaña contando un montón de cosas que hay que corregir. ¿Significa que hay cosas que no se están haciendo bien?
-No es corregir. Es qué cosas hay que agregar. Me pasó a mí también cuando me propuse de alguna manera ganarme a mí mismo en Vicente López. Tenés que mirar lo que hiciste, corregir y agregar. También cambian los contextos. Hoy la gente nos está pidiendo un orden en el espacio público, en el afuera. Nosotros tenemos que apretar las clavijas ante una realidad nueva.
-El gobierno de la Ciudad hoy… ¿Es débil con los piquetes, sabiendo cómo le joroban la vida a mucha gente?
-Yo creo que podríamos a veces ser un poco más firmes. Pero cuando hay marchas con niños es muy difícil, muy complicado. Es un problema estructural. El kirchnerismo es un sistema que genera la dependencia y la extorsión de líderes de movimientos sociales que obligan a la gente a venir a una marcha. Y la gente viene porque necesita más ingresos, porque la inflación se impone.
-Imaginemos esto: Jorge Macri con su pareja deciden mudarse a un departamento en Lima y Moreno.
-Sí.
-De repente a María Belén (su pareja) le empieza a doler el pecho y hay que llamar al SAME rápido. La ambulancia no puede pasar porque hay un piquete…
-Por eso por eso planteo una postura mucho más firme. En esos lugares como bien describiste se destruye valor todo el tiempo, tenes que llamar e imponer que la ambulancia entre.
-El tema es que la implementación de ese llamado le quita tiempo a la ambulancia. Si iba a llegar en cinco minutos termina llegando en 12. Y esos 7 minutos de diferencia son de vida o muerte.
–Sí, por eso también creo que es muy bueno el avance del SAME de tener médicos en moto, que permite llegar más rápido aún con un piquete. ¿Por quéno te haces la misma pregunta respecto de la justicia que no nos permite levantar ese corte?
-La hago, tomo la pregunta. Tiene razón…
-El problema profundo es que pedimos levantar un corte de calle y la justicia dice “no, porque hay otras opciones”. Yo creo que esa es una manera injusta de ver la realidad porque el que vive ahí no tiene otras opciones. Aunque no esté en riesgo la vida, que puede pasar, hay gente que tiene comercios o departamentos y todo vale menos. Estamos destruyendo el valor del privado y el Estado debe generar condiciones.
“Yo voy a tener conflicto con los piqueteros”
-La pregunta concreta es ¿qué va a hacer Jorge Macri ante el primer piquete frente al Ministerio de Desarrollo Social?
-¿Con un gobierno nuestro nacional?
-Suponemos que ganan…
-Primero no va a haber más tercerización. Segundo, vamos a poner como condición para seguir cobrando los planes que los niños no estén en la marcha. Yo voy a garantizar la circulación en la Ciudad. Yo voy a tener conflicto con los piqueteros y los piqueteros van a tener conflicto conmigo. Porque mi experiencia como gobernante es que el conflicto que no asumís vos como gobernante se lo estás transfiriendo a alguien, en este caso a la gente que vive ahí. Yo vengo con la actitud de tener ese conflicto. No quiere decir ir de entrada a confrontar: hablo, explico, una vez, dos veces… Si no, se recurre a la fuerza pública. Decirle a la justicia, estos son los llamados, intentamos liberar.
-¿Por qué no hacen eso ahora? ¿Hay que esperar que Ud. gane?
-Con este gobierno nacional es muy difícil porque vienen con chicos a las marchas. Cuando hay un niño en la marcha y la justicia te dice vayan por otra calle, es complicado.
-El jefe de Gobierno de la Ciudad es candidato a presidente y tiene que hacer campaña. ¿Hay cosas que antes no pasaban y ahora están pasando para mal?
-No, me parece que hay cosas que están mal porque la situación estructural es muy mala. Creo que el nivel de destrucción de trabajo y el nivel de pobreza al que llegó la sociedad con la lógica del kirchnerismo, de generar siempre el desorden, lo precario llevó a que la ciudad no esté tan linda como estaba. Pero nosotros ya hemos pasado por momentos… Mauricio también fue candidato a presidente siendo jefe de Gobierno. Cuando hay un equipo sólido, no se debilita la gestión.
-Hagamos el intento, que es difícil, de ponernos en la cabeza de un delincuente. ¿Nos animamos a salir a “afanar” con arma a plena luz del día, en la esquina de Guido y Rodríguez Peña en Recoleta, por ejemplo?
-A veces lo hacen.
-Hace poco le dispararon a un jubilado en pleno mediodía frente a un bar en el barrio de Recoleta. El delincuente se le anima a la seguridad…
-Yo creo que hay un problema que es la sensación o la percepción o la realidad que tiene el delincuente de dos cosas. Una, que las consecuencias son muy bajas, porque la lógica de la reincidencia hay que cambiarla por reiterancia. Para que haya reincidencia tiene que haber pena firme, que a veces tarda años. Reiterancia: yo te detuve por un delito que es excarcelable; volvés a cometer un delito aunque no tengas pena y quedás adentro. Segundo, tenemos un problema social profundo, principalmente en el conurbano, de ruptura de la cultura del trabajo y de un proyecto de vida. Hay pibes que están jugados. Sienten que el horizonte de tiempo es poco relevante para ellos. Cuando esas dos cosas se juntan tenés esta destrucción que solo se recupera con orden. No hay manera de que una sociedad progrese sin orden. La palabra “orden” puede remitir a la policía y a la justicia, pero también es vivir en una sociedad ordenada.
-Está con su mujer tomando una copa de vino cuando vuelve a casa después de trabajar… Y en ese momento de sinceridad total con su pareja, se desahoga… ¿Le molesta la actitud que tienen algunos integrantes del Gobierno de la Ciudad para con el precandidato adversario (Lousteau)?
-A ella le molesta más que a mí. Ella no viene de este mundo. Me dice: “Si son del PRO, ¿por qué tienen esta actitud?”
-Le hago entonces la pregunta de Belén: ¿por qué tienen esa actitud?
-No sé, habría que preguntarles a ellos. La gente está en otra sintonía. Yo no ando preguntando por una foto. Yo no soy de enojarme mucho. Sobrestimamos las fotos. Creemos que los gestos son determinantes. Pero la gente está tratando de sobrevivir y analiza el voto en función de otras variables.
-Está comiendo un asado con sus amigos y uno le pregunta: “¿Viste a Horacio en el programa de Wiñazki y Fioriti cuando le preguntaron a quién iba a votar y le costó responder?”. ¿Qué responde Jorge Macri a sus amigos?
-Que me gustaría que Horacio Rodríguez Larreta sea más contundente respecto a su apoyo con un candidato del PRO. Me gustaría que pueda decir mi nombre.
-¿No se lo dijo personalmente?
-No, no. No soy de pasar facturas personales. Porque en otro punto también él me abrió la puerta a ser candidato en la Ciudad. Me invitó a hacer parte del gobierno.
-Usted es un hombre de la política…
-Después de 20 años, sí.
-¿Es coherente, desde lo ideológico, la conformación de Juntos por el Cambio?
-Sí, yo creo que es bastante coherente, es razonablemente coherente.
-Pero en la misma boleta encontramos a Lilita Carrió, a José Luis Espert… ¿cómo entra en el mismo espacio político gente tan diferente?
-Bueno, no ser populistas. Creo que por ahí esta lógica más de progresismo de derecha. Hoy ha sido cambiado por una lógica de tratar de entender si le vamos a dar libertad y herramientas a la gente para que construya su propio porvenir, definiendo eso como un no populismo, o si queremos, como cree el kirchnerismo, que tengo de generar personas no libres que necesiten todo el tiempo. Me parece que el mundo se ha ido cambiando a esta nueva ideología, la de la libertad, la de tu capacidad de progresar versus la idea de que si no te doy de comer yo, estás frito.
-Hay cuestiones en las que no se puede ser gris. Uno puede ser ortodoxo en materia económica y creer que hay que bajar el gasto y que hay que cuidar la balanza fiscal. O puede ser heterodoxo y considerar que con cierto déficit uno puede asistir a determinadas vulnerabilidades. Cuando uno llega al gobierno, es imposible convivir con personas de ambos lados a la vez. Porque van a tomar decisiones, gravitantes pensando de manera muy distinta. Por ejemplo, sobre qué hacer con el Fondo Monetario. ¿Siente que mezclar al Socialismo con Espert en el mismo espacio nos puede llevar a una decisión compleja?
-Cómo administrás ese mix depende mucho de quien lidera, de quien gobierna. A mí me ha tocado ser 10 años intendente y los intendentes tenemos una limitación muy clara. No podemos ni emitir ni endeudarnos. Tenés que administrar con la que tenés y eso es bastante sano. Y eso le está faltando al país. Hay una lógica de emitir o endeudarse de manera permanente. Y entonces vas posponiendo el problema y el drama de esas piedras que te vas a encontrar y que las tiras para adelante y con las que te volvés a tropezar. Y un día llegás a un muro que se manifiesta como ahora, con una inflación descontrolada, con falta de confianza de la gente. Yo creo que uno puede tener un equipo con miradas, no necesariamente todas iguales, y eso en un punto te enriquece.
-¿Siente que se zanjó el debate por su lugar de residencia? Más allá de la justicia, a nivel social.
-Es que nunca fue un tema de la sociedad. Voy caminando y la gente me pregunta cómo voy a resolver que la ciudad esté más limpia y ordenada, cómo voy a evitar los piquetes y para cada cosa tengo propuestas. No me pasó. Sí por ahí más en tono de chicana de alguien que no me quiera.
-El cantito en el acto de Lousteau…
-No me molestó. Fue una cosa creativa. Es el folclore, es parte del juego político.
-Cuando le preguntaron a Patricia Bullrich si pensó ser candidata a gobernadora en la provincia de Buenos Aires ella criticó los cambios de residencia. ¿Qué reflexión lo lleva a pensar esto?
-Yo viví 41 años en esta ciudad. Esta ciudad me dio lo mejor que tengo, entre otras cosas, mi actual matrimonio, Belén, y mis tres hijos. Estudié acá desde jardín de infantes hasta la universidad y creo que la realidad de Vicente López y de la Ciudad de Buenos Aires es muy cotidiana. O sea, la gente va y viene todo el tiempo. Son ciudades -Vicente López obviamente más pequeña- pero completamente urbanizadas con agua, cloacas, asfalto. Pero es opinable.
-Usted tenía ganas de ser gobernador de la provincia…
-Sí, recorrí la provincia con mucho éxito. Eso requirió cientos de miles de kilómetros de recorrida manejando mi propio auto durante muchos años.
-¿Es un pendiente?
-No, me desafía mucho gobernar ciudades. La verdad es que siento que encontré un lugar donde agrego mucho valor. Las ciudades son organismos vivos, no tienen que ver con el cemento, sino con la gente y entender qué le va pasando a la gente cada vez que vas a hacer una nueva obra, cada decisión que tomamos para bien o para mal impacta en alguien y transforma.
-Si usted hubiese sido jefe de Gobierno de esta ciudad en el periodo 2015-2019, ¿habría hecho el acuerdo con la UCR?
-No lo sé. Me cuesta mucho ponerme en ese lugar. Ya la UCR era parte del acuerdo en Vicente López.
-Me refiero a incorporar al gobierno de la ciudad al adversario político que casi le gana en ese momento en el balotaje, dejando el terreno abierto para una potencial candidatura del líder político de ese espacio.
-No, de nuevo, en Vicente López me tocó sumar a UCR y lo hice. Porque ahí apareció Cambiemos. El gesto fue que ampliemos el espacio, vayamos juntos y tuvo su reflejo. El desafío del PRO en la ciudad no es impedirle a la UCR que tenga ganas de ganar sino construir candidaturas propias, y yo soy eso. Una candidatura genuina del PRO, única, no dividida y ahora decide la gente.
-Salga un minuto de la interna. ¿Le gusta la figura de Lousteau?
-¿Para qué?
-A nivel general, como político. ¿Le parece un político interesante?
-Tiene su valía, sí.
-Si no estuviese usted compitiendo, ¿votaría a Lousteau como candidato a jefe de Gobierno?
-Estoy compitiendo. Me cuesta mucho hacer esa abstracción, soy candidato, creo que puedo hacerlo mejor que él.
-Es rápido… (risas) Imaginemos que no existe el PRO. ¿Se afilia a la UCR o al PJ?
-Cuando no existía el PRO estaba muy poco entusiasmado con la política. Me cuesta mucho imaginarme haciendo política por fuera del PRO, que trajo algo nuevo e interesante. Incluso logramos lo que tanto le molestó a Cristina, que nos mandó a armar un partido nacional y ganarles, y les ganamos.
“Mi gran adversario es el kirchnerismo”
-¿Tiene más amigos en el PJ que en la UCR?
-No, no. Tengo unos cuantos amigos en la UCR.
-¿Qué amigos tiene en el PJ?
-Con Juanchi Zabaleta me llevaba muy bien, después perdí habitualidad.
-¿Gabriel Katopodis?
-Gabriel también. Pero creo que se fueron extremando en sus posturas muy kirchneristas.
-A Sergio Massa lo conoce muy bien…
-Lo conocí bastante hasta 2013, después no tanto.
-Pero compartieron distritos cercanos.
-Claro, hasta el 2013 que fue el momento en que él decide ponerse frente al kirchnerismo. Podemos tener miradas diferentes pero el kirchnerismo es un límite. Su vuelta al kirchnerismo me pone en un lugar de no compartir un modelo de país.
¿Lo defraudó Massa con su incorporación al Frente de Todos?, porque en su momento ustedes tenían un acuerdo político sólido…
-En realidad el quiebre fue anterior, porque competimos en 2015. Yo en 2013 dije “vengo a este espacio a ponerle un límite al kirchnerismo pero después vamos a competir”. Yo sabía que había un proyecto nacional que era el de Mauricio y todos me miraban con cara de loco. Yo dije tengo una pertenencia, una coherencia, voy a estar dentro del PRO.
-¿De qué lado cree que está el corazón político de Mauricio Macri hoy? ¿Está con la propuesta de Bullrich o con la propuesta de Larreta?
-No lo sé y no lo voy a decir. Si él me dijera mañana, voy a votar a tal, no lo digo.
-¿A quién cree que se parece más Macri?
-Los dos tienen características de Mauricio. Macri tiene un apego muy profundo a la gestión y lo formó a Horacio en esas lides, pero también tiene definiciones mucho más contundentes y taxativas parecidas a las de Patricia. Todos nos hemos formado bajo el paraguas de Patricia. Yo tengo su mismo apellido y no soy exactamente igual. Creo que lo primero que tiene claro Mauricio, pero muy claro, es que necesitamos ganarle al kirchnerismo y es un error pensar que el kirchnerismo ya perdió.
-¿Por qué?
Porque me parece que ya nos comimos esa curva en el 2019. Dimos por sentado que la competencia contra Cristina nos iba a poner en condiciones de ganarle y después encontró a Alberto como candidato moderado y la sociedad confió en eso. Nosotros nos comimos la curva y perdimos. El peor error que podríamos cometer es pensar que la única competencia importante es entre compañeros de escudería, entonces terminamos a los autazos fuera de la pista y de repente viene el tercero que no tenía ninguna chance de ganarte…
-¿Están cometiendo ese error hoy en día?
-Sí.
-¿En qué lo ve?
-En el nivel de virulencia de la campaña interna. Mi gran adversario y en un punto hasta enemigo, por el país que plantean, es el kirchnerismo y por lo tanto para mi es Santoro. Yo vengo a defender a esta ciudad del kirchnerismo, de la quita de recursos, de las marchas permanentes, de los líderes piqueteros que están de un lado y del otro del mostrador.
-Jorge siempre hacemos un juego para encontrar virtudes en la gente con la que uno no coincide a nivel político y encontrar defectos en los amigos políticos. Así que lo invito a sumarse. ¿Qué virtud tiene Cristina Kirchner?
-Su ambición por el poder, sin duda.
-¿Qué virtud tiene Alberto Fernández?
-Su plasticidad, diría yo, haber aceptado estar con quien criticaba tanto definiendo plasticidad como eso.
¿Qué virtud tiene Sergio Massa?
También, es muy plástico para acomodarse en el poder.
¿Qué virtud tiene Martín Lousteau?
-Creo que es un buen economista.
-¿Qué virtud tiene Leandro Santoro?
-Ha sido coherente en todo este tiempo. Ha mantenido una postura de coherencia que rescato.
-Vamos a los defectos. ¿Qué defecto tiene su primo Mauricio Macri?
-Me cuesta, porque es también una virtud. Su firmeza, aunque a veces la firmeza te quita cierto grado de flexibilidad.
-¿Qué defecto tiene Horacio Rodríguez Larreta?
-Me parece que le faltó armar un equipo más sólido.
-¿Qué defecto tiene Patricia Bullrich?
-Tal vez en ella, como en el caso de Mauricio, un exceso de firmeza puede ser un defecto.
-Una de las grandes carencias que la ciencia política le demanda a la política misma es la incapacidad que tiene la clase dirigente hoy de conducir. Hay una crisis de liderazgo, de representatividad. Y una de las variables que definen esta incapacidad es la falta de empatía que, entre otras cosas, se manifiesta en la incapacidad de pedir perdón. ¿Por qué le gustaría pedir perdón?
-Por las veces que llegué tarde a gente que lo necesitaba y mucho. Y eso como intendente y como jefe de Gobierno me va a volver a pasar muy en carne propia. Por las veces que alguien sufrió. Me ha tocado tener que entrar a la casa de una familia de alguien que había muerto por un hecho de inseguridad.
-¿Se acuerda de alguno puntual?
Sí, sí, sí. Varios. Un editor de libros, entraron a la casa y lo mataron. Fui a saludar a la familia y tuve mucha culpa, es muy doloroso. Sentir que no alcanzó todo lo que hiciste es doloroso. Yo pido perdón y disculpas todo el tiempo.
-Muchas gracias.
FUENTE TN.